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Maithé Dublón AlonsoDiseño:Lesly Cowan GarcíaCatálogoTextos: Excmo. Sr. Guido Toro Cornejo, Margarita González Lorente y Roberto Cobas Amate
Editora: Liliany Carricarte Peñalver
Fotografía: Juan Carlos Romero de la Fuente
Diseño: Lesly Cowan GarcíaMúsicaJohann Sebastián Bach. Italian concerto. Alegro Vivac. Colaboración especial: Eugenio ChávezMuestra VirtualAnabel Górriz (Diseño industrial) - Modelado Virtual de la SalaEquipo Behart
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Excmo. Sr. Guido Toro Cornejo
Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Perú en la República de Cuba
Fernando de Szyszlo. Maestro de la pintura peruana.
Por Margarita González Lorente. Curadora.Hacer una muestra personal de Fernando de Szyszlo en nuestra institución constituye un honor por tratarse de uno de los grandes artistas de América Latina. Dicho creador se inscribe desde hace años en la lista de los más reconocidos creadores de Perú, América Latina y también de la Historia del Arte Universal. Considerado como una de las de las figuras más relevantes de la cultura de su país, la energía y el acento peruano en toda su obra, es algo considerable. Su formación la lleva desde el seno familiar de la mano de un tío literato y voraz lector; el niño Fernando se apertrechó de un vasto mundo de pintores y arquitectos, todo lo cual contribuiría sin dudas, a su formación general y que volcaría en su posterior trabajo artístico. Fue la literatura como manifestación algo que le sirvió de inspiración siempre. Igual, la filosofía lo ayudó en los temas de la conceptualización de sus obras. Artista integral, pues fue pintor, escultor, muralista, hizo retablos, escribió relatos y cuentos, formó parte de equipos de redacción de diversas publicaciones, hizo un cortometraje, dio conferencias, realizó teoría del arte, Fernando de Szyszlo se nos presenta como el artista peruano más reconocido en el exterior. Su amistad con el escritor Mario Vargas Llosa- el cual escribió para varios catálogos de sus exposiciones- le hicieron estar cerca de un grupo de intelectuales, desde la adolescencia, y su posterior vínculo con políticos, lo que le facilitó convertirse en un líder de opinión. También sostuvo fuertes vínculos con Octavio Paz, quien fue poeta, ensayista, dramaturgo y diplomático mexicano. Paz obtuvo el premio Nobel de literatura en 1990 y el premio Cervantes en 1981. Se le considera uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas de todos los tiempos. Nacido en 1925 en Lima y de padre polaco, para 1944 Fernando matriculó en la Academia de Arte de esa ciudad y en 1947 estará presentando su primera exposición personal en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. Artísticamente incursionó en el cubismo y a partir de aquí se mostrará su trabajo en diversas exposiciones, fuera de su país. En 1953 ya el MoMA tendrá en su colección, grabados de Fernando de Szyszlo. Desde los años 40 abandona la figuración, tomando de las fuentes de la abstracción europea y mezclándolo con las artes prehispánicas. Había realizado en este periodo, algún que otro retrato y autorretrato. Su trabajo puede considerarse como arte abstracto, desde fines de los años 40 e inicios de los 50. Fernando de Szyszlo unió todo esto, al crear unas maravillosas obras con coherencia y limpieza en la técnica. Igual, como paisajista sobresale por sus maravillosos cuadros de costas y dunas. La poesía le sirvió de base para algunas de sus pinturas. En sus títulos aparece lo peruano, como esa conciencia de patriotismo. Tuvo influencia de Picasso, luego de sus viajes por Europa y el contacto con el arte internacional. De Latinoamérica se nutrió de Tamayo y Petorutti. Se le reconoce como iniciador de la pintura abstracta en nuestro continente. En los años 50 comienza su periplo de exhibiciones en el exterior y la presencia de sus obras en diferentes bienales del mundo. En este sentido, obtuvo menciones en las Bienales de Sao Paulo en 1957 y 1959. En el año 1953 hace el corto metraje Esta pared no es medianera, realizada en 16 mm, incursionando así en el mundo del cine. El arte experimental, ya desde estos años apareció en su vida artística. Ese mismo año ingresó en la agrupación Espacio, colectivo de arquitectos e intelectuales progresistas. Durante los 60 dio títulos quechuas a sus cuadros. Su presencia en la Bienal de Venecia fue en 1964. También en esta década acudió a fuentes del arte tradicional andino. Hizo retablos y en su obra de esta etapa se puede percibir cierta oscuridad y penumbras. Muchos investigadores de su creación artística, consideran esta etapa como la consolidación de su estilo. En 1968 expuso en la Casa de las Américas, su primera muestra personal en Cuba. Esta exhibición en el Museo Nacional de Bellas Artes, será entonces la segunda vez que los cubanos podemos disfrutar de su obra. Generalmente trabajó por series pictóricas, que trataba hasta que consideraba había agotado esa temática. Siempre se considero ante todo, pintor. Al repasar algunos de sus libros y catálogos, se puede ver claramente como fue transitando de una pintura más fuerte y abigarrada, a una síntesis de elementos pictóricos, al igual que con el uso del color. La referencia a la arquitectura, con el recurso de columnas, puertas, ventanas, es algo que podemos apreciar en algunos de sus trabajos. El propio plano de color, le da un refuerzo a las piezas y una solidez en cuanto a la composición. De sus viajes por el viejo continente, tomó sus técnicas. De nuestra América, luego de visitas a museos y estudios del arte del Perú antiguo, de la cerámica chancay, y de la historia en general, tomo el aliento de la síntesis, la libertad, y el clima de misterio y nocturnidad que habitan en algunas de sus piezas. Los años 70 fueron de consagración de su obra. Un interesante ciclo iniciado en 1988 será Mar de Lurín. Aquí hay referencia al océano, igual como signo de libertad y expresión plena del hombre. Era algo interesante su técnica al pintar: antes de poner el color y después del dibujo, creaba texturas aplicando pasta de polvo de mármol para modelar, sobre la cual pintaba. Así continuará un amplio bregar en su trabajo diario, hasta fallecer en el año 2017 a los 92 años. Vivir, es un acto de resistencia, la pintura de Szyszlo, también lo fue. En su obra hay historia, sociedad, legado de los antepasados, raíces de América Latina, estudio y vida. Importantes críticos de arte escribieron sobre su arte, como son Marta Traba, Dore Ashton, entre muchos otros. El arte de Szyszlo, los atrapó, les aportó algo luminoso, una obra misteriosa tal vez y profundamente americana. Varios libros fueron publicados a los largo de su carrera. Desde su profesión, siempre persiguió la libertad y la alcanzó. Ya desde sus libros y hace años, hablaba de lo local y lo universal, pero quería tener raíces profundas, entregar algo sólido a sus continuadores y al público en general. El trabajo de este peruano, de este latinoamericano y artista universal resulta una obra agradable visualmente y consolidada. Sirva esta exhibición, para conocerlo, reconocerlo y estudiarlo cada vez más; tenerlo, junto a otro grupo de artistas, como algo importante, de nuestro vital continente. Fernando de Szyszlo: crepúsculos y utopíasEl joven Fernando de Szyszlo viajó a París, la capital del arte occidental, en agosto de 1949, cuando tenía 24 años de edad. Allí conoció a pintores latinoamericanos de vanguardia como el cubano Wifredo Lam, el chileno Roberto Matta y el mexicano Rufino Tamayo, los cuales influyeron en su trayectoria. También entró en contacto con el ensayista, mexicano y universal, Octavio Paz; quien, con sus brillantes ensayos, contribuyó en el desarrollo de la obra realizada por Szyszlo. Por esa época, finales de los años cuarenta, ya el artista había experimentado con el cubismo y poco después llegó la presencia surrealista, la cual dejó profunda huella en su producción. Y aún a una edad temprana participó en una exposición colectiva en el Salón de Mayo de París. Rápidamente comenzó a consolidar una poderosa personalidad artística. Otro paso decisivo en su evolución creativa fue la muestra que realizó en la Pan American Unión de Washington, invitado por el director de dicha institución, el notable crítico cubano José Gómez Sicre; además, exhibió en la Galería Sudamericana en Nueva York. Y ya en 1953, el Museo de Arte Moderno (MoMA) incorporó una selección de sus grabados a su colección. Este hecho ha pasado inadvertido para muchos de sus contemporáneos porque en la mayoría de los textos críticos sobre su creación artística existen muy pocas referencias a su obra gráfica. En la generalidad de ellos, la afirmación es rotunda cuando se señala que es conocido por su trascendente pintura. Como para tantos otros artistas, el grabado se convierte una vez más en la cenienta de las artes visuales. Y es irónico el hecho porque al valorar esta faceta de su producción nos encontramos con uno de los grabadores más talentosos y lúcidos que ha dado América Latina, un artista que dentro de esta disciplina alcanza una dimensión universal. En sus estampas, al igual que en su pintura, vamos a encontrar la huella espiritual de los mitos precolombinos con el lenguaje más actual de la contemporaneidad. Fue al rescate de sus raíces ancestrales, orientándose hacia una síntesis de tradición y vanguardia. En su caso, podemos hablar de indigenismo abstracto, expresión que lo consagró como uno de los más importantes artistas de Sudamérica. Szyzslo supo transponer a sus grabados cualidades que ya estaban presentes en su pintura. El lirismo del color, los efectos de la luz, la ilusión de las texturas; el referente difuso de estas obras se reflejan con gran maestría en sus estampas. Ha llegado la hora de realizar una gran exposición de Fernando de Syzslo como insigne maestro grabador. Estamos seguros que resultará un evento sorprendente para el público y un redescubrimiento para la crítica internacional. Con respecto al grabado, el caso de Syszlo coincide con el del cubano Wifredo Lam. Ambos realizaron algunas de sus series gráficas más notables a una edad avanzada. Entre las creaciones de Szyszlo, algunos de sus conjuntos más fascinantes de aguafuertes y litografías fueron concebidos cuando el artista ya era septuagenario. En esas estampas se encuentran los aguafuertes realizados para el libro El lugar, los instrumentos (2002) y las litografías para los libros Estatua Viva (2004) y El Alejandrino (2014-2015), esta última producida casi al final de su fructífera vida. El escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, gran amigo del artista, considera con razón que Fernando de Syzslo, a pesar de su importancia para el arte contemporáneo peruano y latinoamericano, aún “no ha tenido todavía el reconocimiento que merece”. Esta exposición, modesta en número, pero grande en significación y proyección, debe contribuir a la mejor comprensión de uno de los artistas más significativos de nuestro continente. Roberto Cobas Amate
25 de diciembre, 2020
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