Por: Rosana Ureña
A partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando las vanguardias artísticas irrumpen en el panorama mundial, la idea de lo estéticamente bello es sometido al trabajo conceptual. Las nuevas corrientes niegan las “bellas artes” en pos de una obra sostenida por la deconstrucción de los estereotipos y la interacción directa y participativa con el público. Anelí Pupo no supedita sus obras a otras manifestaciones artísticas, sino que las dota de un lenguaje autónomo con una estética propia, fruto de su experiencia personal e investigativa.
Con la serie “InPerfectas”, la belleza de un cuerpo femenino es eclipsado por la condición de ser madre. Apreciar una fotografía artística convierte al fotógrafo y su obra en una sola persona, en la que convergen sentiminetos y conceptos, la artista utiliza esta premisa a su favor al guiar consecuentemente al observador a la reflexión a través de sus piezas. En una primera instancia, los conflictos sociales son eliminados, al sacar a la madre de su entorno habitual y utilizar fondos neutros, para luego retomarlos con el paratexto.
Durante los primeros años de la fotografía era imposible imaginar el auge que alcanzaría en el siglo XXI, los medios para fotografiar están al alcance del pueblo y, para transformar un fotograma en obra de arte, deben atravezarse las principios básicos del encuadre acertado, del objetivo nítido, y la poesía debe adueñarse del obturador para generar reinterpretaciones de la realidad: “Alba perfecta”, “Grávida supina”, “Ex-ante”, “Laxitud aguda”, entre otras, trasladan al espectador a un escenario donde imágenes del vientre abultado de mujeres anónimas próximas a dar a luz y partes de su cuerpo desnudo generan interpretaciones variadas.
Palabras al catálogo escritas para la exposición InPerfectas de la artista visual Aneli Pupo