Dayana Cuervo Sotomayor es una bruja contemporánea. Su residencia/estudio es un espacio pleno de amor, paz, recetarios de remedios naturales, mil miniaturas, antigüedades, música y un estado armónico digno de la meditación transcendental permanente. Graduada de la Academia de Artes Plásticas Provincial de Camagüey Vicentina de La Torre en el año 2011, forma parte del Registro del Creador del Consejo de las Artes Plásticas. Su trabajo actual se despliega hacia dos vertientes de interés: la creación a partir de textiles y las series fotográficas que podemos apreciar en su perfil de Behart.
Stadium (compuesta por seis fotografías ) y Desaprehender (dos fotografías individuales y un tríptico ) son work in progress construidos sobre la intención (o desde la necesidad) de una indagación íntima personal. Para ello la artista se remite al universo objetual de la cotidianidad doméstica del hogar. Los objetos se han ido acumulando a su alrededor, desde la infancia. Se han multiplicado desde entonces, aumentando el equipaje vital y su peso en variedad de formas, dimensiones, orígenes, colores, y significados simbólicos. Las “cositas” que la rodean construyen la identidad fragmentada de la mujer, que recompone en gesto procesual creativo, los aspectos inconscientes y ocultos de su “ser”. Allí están reflejados sus sentimientos más profundos, sexualidad, construcciones éticas, morales, sobre la familia y lo más importante, su espiritualidad.
La colección privada que sirve como materia prima para estas fotos, comenzó a conformarse con objetos familiares heredados. De sus dos abuelos (materno y paterno) recibe las claves definidas que marcarían las temáticas predominantes en sus objetos. Uno era relojero. El otro dedicó gran parte de su tiempo y atención al estudio de la botánica y el mundo natural, practicante del yoga y la filosofía oriental. De manera que un ejército de miniaturas, engranajes, cuerdas, mecanismos de reloj, plantas e insectos disecados, figurillas de jade y estatuillas asiáticas forman la visualidad de su vida. Una imagen transcultural y sincrética que refleja a nivel individual, una muestra de los complejos procesos que ocurren a nivel macro en la conformación de identidad cultural de la nación.
Para este proyecto fotográfico construye escenarios con los objetos que encuentra a la mano, en un estante, dentro de una vitrina o en una maleta. Las instalaciones que concibe resultan manifiesto de sus propias creencias y concepciones sobre el tiempo, la vida, la muerte y la impermanencia de lo material.
El producto resultante, en algunos casos, es presentado con la máxima fidelidad del escenario real. En otros, se auxilia de la postproducción fotográfica y el montaje para lograr un efecto dramático que contrasta la delicadeza y suavidad de los motivos con la violencia y fuerza simbólica de la revolución interna, inspirada en el color romántico de las batallas navales de William Tunner o en la expresividad compositiva en las flores explosivas de Georgia O’Keefe. Luego de la tormenta, viene la calma. El asiento del pensamiento: el desapego y el desaprehender. Luego, nada. Lo terrible no es sino el comienzo de lo bello.